SeamosManu
Al poco tiempo de comenzar esta horrible pandemia, sin alardes ni grandilocuencias (como nos tiene acostumbrados) Emanuel Ginóbili encabezó una movida junto a otros referentes. Se llamó #SeamosUno, una iniciativa solidaria para ayudar a los más necesitados del país.

SeamosUno, el proyecto solidario creado por Manu Ginobili. -Las imagenes pueden estar sujetas a derecho de autor-
Al poco tiempo de comenzar esta horrible pandemia, sin alardes ni grandilocuencias (como nos tiene acostumbrados) Emanuel Ginóbili encabezó una movida junto a otros referentes. Se llamó #SeamosUno, una iniciativa solidaria para ayudar a los más necesitados del país.
A la propuesta se sumaron otras figuras, como Javier Mascherano, Diego Schwartzman, Gabriela Sabatini, Adolfo Cambiaso, entre otros.
El proyecto busca llevar alimentos y artículos de primera necesidad a un millón de hogares del país durante el tiempo que dure la emergencia sanitaria por el COVID-19.
“La escala e impacto, transparencia, eficiencia, pero también el cariño que hay detrás (de la iniciativa) es muy grande. Poder llegar de esta forma a quienes más lo necesiten realmente me moviliza y conmueve”, dijo Ginóbili.
Encasillar a Manu como un mero basquetbolista deja afuera las virtudes que lo transforman en un ejemplo. La solidaridad, el compromiso, la humildad y la máxima entrega sólo son patrimonio de aquellos deportistas únicos, cuyo legado excede el campo de juego. Es decir un tipo simple y sin histeria, sin falsa demagogia.
Ginóbili es un caso único. Porque antes de triunfar, la pasó horrible. Le decían que no iba a llegar, lo dejaron fuera de la Selección de Bahía por petiso, nunca pudo salir campeón de nada con su club y pasó meses sin cobrar en su primera experiencia profesional en La Rioja. Lejos de aquellos talentosos que se hacen camino al andar, él convivió con la intrascendencia, generando una empatía distinta, más profunda. El fanático del básquet lo compró enseguida, eso era esperable. El fanático del deporte lo valoró luego, cuando comprobó que no se trataba solo de un dotado: detrás había altruismo, constancia, perfeccionismo y disciplina. Pero la tercera corriente que logró seducir es la que a mí siempre me sorprendió, que es la que considera estar un paso adelante culturalmente, la que espera del protagonista algo más que triunfos heroicos. A ese sector, Manu lo cautivó desde la coherencia, la inteligencia y desde su lucha contra cualquier tipo de populismo berreta. Pero también desde su escasa exposición: en 23 años de carrera, nunca tuvo un conflicto fuera de la cancha. La unanimidad alcanzada en esas tres esferas con distintas escalas de exigencia lo convirtió en una figura icónica.
#SeamosUno es un proyecto privado, que está conformado por entidades de distintos cultos, empresas, ONGs y voluntarios.
En sus primeras semanas la iniciativa ha distribuido alimentos suficientes para más de 700.000 hogares.
Para participar solo se debe ingresar al sitio www.seamosuno.com.ar y realizar la donación (el valor de una caja es de $1.000).

Algunas de las personalidades que sumó Manu a su proyecto solidario. -Estas imagenes pueden estar sujetas a derecho de autor-
Quienes se sumen a la propuesta (hay tiempo hasta el 15 de agosto) podrán acceder un “Encuentro Único” y dialogar por una hora con alguna personalidad destacada.
La discusión será eterna, porque hay cracks como Fangio, Vilas, Diego, Messi, pero –esto es tan solo una opinión personal- el deportista argentino más grande de la historia se llama Emanuel Ginóbili. En alguna otra columna podría ahondar en más detalles. No es el tema hoy.
El 4 de agosto de 2015 en un reportaje en el diario La Nación a Manu le hicieron esta pregunta: ¿Entrarías en la política?
Su respuesta fue: “Inicialmente, no. Si a los 55 años creo que puedo hacerlo, ¿por qué no? Pero no me veo por ahora en eso”.
Ojalá en algún momento pegue ese salto. Vamos a ser muchos los que lo sigamos, porque esta sociedad necesita muchos como él. Muchos Bielsa, muchos Velasco, Griguol, Pekerman, Vigil, entre algunos de nuestros contemporáneos.
Vivimos en un país que tiene una adicción desmedida por los atajos. Por la trampa, por la ventaja, por jugar, en todos los ámbitos, a toda hora, a la escondida. Manu nos enseñó, en cada una de sus apariciones, que las cosas podían hacerse de otra forma. Que existe un camino más largo y espinoso, pero que vale la pena desandar.
Fabricio H. Cavalcabue